La publicación de El origen de las especies, de cuya aparición se cumplen ahora 150 años, produjo un cambio revolucionario en cuanto a la autocomprensión del ser humano, acercando su estudio al del resto de especies animales.

Dando continuidad a lo ya aportado en su anterior trabajo, Antropología filosófica. Nosotros: urdimbre solidaria y responsable, Carlos Beorlegui analiza en este nuevo trabajo —La singularidad de la especie humana— las distintas afirmaciones científicas sobre lo humano, contrastando la teoría de la evolución y de la selección natural de Charles Darwin, así como las revolucionarias investigaciones sobre genética de Mendel, con las distintas críticas que han suscitado.

Tras confrontar los rasgos distintivos de cada especie, Beorlegui aboga por la singularidad de una doble dimensión en lo humano —biológica y cultural— que nos dota de autoconciencia y libertad, de la capacidad y necesidad de completar con nuestras decisiones lo que la naturaleza nos ha concedido, así como de poder plantearnos el sentido de nuestra propia existencia.

En opinión del autor, frente a quienes concluyen que las tesis darvinianas habrían demostrado que las tesis humanistas y antropocéntricas han quedado obsoletas, los datos científicos, si se interpretan adecuadamente, constituyen un apoyo necesario y suficiente para seguir manteniendo la diferencia cualitativa del ser humano frente al resto de seres vivos; no se trata de no ser animales, sino de serlo de otra manera.